Una acción casi tan complicada como darle una pastilla a un gato y para algunos dueños, todavía más difícil. Hay perros que en cuanto ven el cepillo huyen, gruñen o tratan de despedazarlo entre sus dientes. También hay otros que simplemente no paran de moverse y otros más que se paralizan de miedo.
El cepillado de nuestro perro no debería ser nunca una molestia y mucho menos una tortura, ni para él ni para nosotros. El tiempo del cepillado es tan importante como los paseos o la hora del juego y además de beneficiar directamente en la salud del perro, crea un vínculo de confianza en el que el perro se relaja, llegando incluso a quedarse dormido.
EL LUGAR DEL CEPILLADO
Lo primero es buscar el sitio adecuado para el cepillado. Si es un perro pequeño o un cachorro, lo mejor es buscar una mesa recubierta de una alfombrilla antideslizante; las que se colocan en las bañeras y tienen ventosas en la parte de abajo son muy prácticas y pueden colocarse en cualquier mesa o escritorio, evitando que el perro resbale y se sienta nervioso e inseguro, además de que son muy fáciles de lavar.
Poner toallas o telas no es una buena opción, ya que estas podrían no evitar el deslizamiento del perro y además se llenarán de pelos que serán difíciles de quitar.
¿Y por qué una mesa alta? Pues porque es más cómodo para nuestra espalda y nos permite un mayor control del perro. Además el perro aprende en pocas sesiones que en la mesa debe estar tranquilo y se relajará con mayor facilidad.
¿Y en el suelo o en nuestro regazo? Nunca. Aunque sea un cachorro muy pequeño, nunca deberíamos tratar de cepillarlo en el suelo o en nuestro regazo sin importar lo tierno y pequeñín que sea. En el suelo aunque estemos sentados mantenemos una posición incómoda y de nulo control sobre el perro, que se sentirá más seguro para revolverse y tratar de escapar.
Es importante que el perro tenga disciplina, cada actividad realizada en un sitio en concreto ayudará a que el perro sepa qué esperamos de él en cada momento, además nosotros debemos estar lo más cómodos posible para estar relajados y transmitirlo al perro.
Por supuesto que la mesa puede ser un riesgo si el animal salta de ella, por eso es importante nunca dejarlo solo y mantener el control sobre él en todo momento, debemos procurar tener a mano todos los utensilios que vayamos a utilizar para evitar dejar al perro solo en la mesa y evitar accidentes.
Para los perros grandes la mesa solo servirá mientras el perro sea cachorro y manejable, ya que si tenemos que subir un Mastín a la mesa posiblemente necesitemos una grúa y aunque lo consigamos, el perro quedaría demasiado alto para poder trabajar con él adecuadamente. En estos casos sería ideal encontrar un desnivel o una plataforma al que acostumbremos a subir al perro y nos quede a una altura razonable para trabajar cómodamente.
EL CEPILLO ADECUADO
Algunos perros cogen verdadero odio al cepillo, lo ven como un instrumento de tortura en lugar de un objeto de masaje y placer. Normalmente esto es debido a que sus primeros encuentros con el cepillo fueron desagradables, ya sea porque le reñimos, porque recibió tirones o bien porque le arañamos la piel.
Con los cachorros difíciles se puede empezar con un cepillo de cerdas suaves, unas pocas pasadas, premios de voz, caricias o alguna golosina al terminar la sesión. Cada día debemos ir aumentando el tiempo hasta que el perro se encuentre tranquilo y relajado en la mesa.
Los expositores suelen empezar con los cachorros muy pequeños, especialmente si son de razas de alto mantenimiento. De esta forma el cachorro crece aceptando el cepillado como algo más de la rutina diaria.
Cada perro tiene su propia personalidad y su ritmo para hacer y aprender las cosas, es muy importante respetar estos tiempos y nunca reñirlos con dureza y mucho menos sacudirlos mientras están en la mesa, ya que posiblemente consigamos que el perro se quede quieto, pero tendrá miedo y jamás llegará a relajarse y disfrutar.
Antes de adquirir un perro, debemos pensar muy seriamente en el tiempo que pensamos dedicarle y nuestra disponibilidad y paciencia para cuidarlo como se debe. Si no estamos dispuestos a pasar varios minutos al día con el cepillo en la mano, quizá un Bichón Maltés o un Pomerania no sean la mejor opción para nosotros.
Y no nos dejemos engañar solamente por el largo del pelo, algunas razas como los Bulldog, quizá no necesiten que se les desenrede el pelo, pero sí necesitan cepillados diarios si no queremos tener la casa llena de pelos, además de que necesitan que se les limpien y sequen los pliegues de la piel con bastante frecuencia para evitar hongos y otros problemas de piel.
Recuerda: el cepillado es imprescindible para la salud del perro, no es solo una cuestión estética que podamos pasar por alto.
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